De lo incierto y sus brasas
Valdepeñas, Ayuntamiento, 1989
Colección Juan Alcaide, 2ª Época, núm. 11
70 pp. 20x13 cm.
ISBN: 84-87229-00-X
PVP: --

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Estado de gracia


Surgiste de la aurora
(Albinoni, irreal, sobre la prieta luz
de plata tremolase pálidos gallardetes,
mientras por la ventana
abril desvanecía cítaras a los árboles,
y el índigo vergel de tu cuerpo tendido
rutilaba alabastros lascivos en la estancia).
Como antorcha de pétalos,
tu piel iba prendiendo la alborada, y las uvas,
racimos escarlata, del pubis, bajo palio
hacían estación entre las sábanas,
cuando yo consumaba el sacrilegio
de mirarte dormir, apenas música.
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Volver al paraíso


............................................................Así la eternidad era el minuto
..................................................................Vicente Aleixandre


Desnuda, y nada existe
en este anillo funeral que inclina
su sombra bajo el tiempo, y es tan sólo letargo
la estancia, aquella lámpara
que se apagó de pronto en la caricia
de una ciudad celeste, mientras estoy tomándote
en la complicidad helada del silencio,
y más lejos el mundo
enciende su cosmética nocturna.
..........................................................O descansa
la imperceptible púrpura de un labio
contra el cristal ilímite
de una copa vacía.
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VII


......................................................Questo giorno ch’omai cede alla sera...
..................................................................Giacomo Leopoardi


Ha caído el telón sobre la última tarde
de este junio, más largo que de costumbre.
...........................................................................A veces,
un remoto jardín brilla en el cielo, y vuelve
su espalda azul el mar, como un tímido arcángel.

Y, luego, este rumor de estarse oscureciendo
la soledad, las olas, lo poco que nos queda
después de la jornada: recuerdos y un poema
que deletrea tu nombre, posado en el silencio.

Porque es de noche, ¿sabes?, y no lo había advertido
ni supe que el reloj vagaba en la penumbra
de otra memoria, lejos, detrás de los navíos

que zarpan a esta hora, dejando sólo el signo
de la ausencia en un muelle desierto y la premura
de un pañuelo ondeando hacia el sur y el olvido.

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