Región de los hielos perpetuos
Madrid, Vitruvio, 2008
Colección Baños del Carmen, núm. 147
68 pp. 21x13 cm.
ISBN: 978-84-96830-43-1
PVP: 12,00 €

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Peregrino del hielo
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A través de los siglos, fue olvidando
en las posadas todo su equipaje.

Fue llenándose así –porque la vida,
como al agua, a su cauce siempre vuelve-
de innecesarios bártulos: chatarra
sin valor, abalorios
que nadie trocaría en el mercado.

Quedó, en fin, solo, en medio de la noche,
con tan yermos tesoros
y siguió su camino entre los hielos.

La vida, así, se le iba desfondando,
como si, cercenado, el universo
dejara caer los astros a un sumidero oscuro
y allí la luz siquiera iluminase
ese dolor que azuza sus mastines
hacia donde la carne, la sangre, las lágrimas,
alacranes heridos, se suicidan.
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Profecías
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Nos burlábamos de los cuadros.
Las antiguas estampas, con su horror amarillo,
suscitaban sacrílegas sonrisas,
comentarios blasfemos,
e incitaban y a la impiedad.

Aquellas llamaradas, que ardían, incombustibles,
no asustaban a nadie: Yugoslavia,
Vietnam, Camboya, el Congo,
eso sí era el infierno.

Así, nos regalamos en la gracia
de la fortuna cómplice, elevando
los cimientos del Paraíso,
un reino de este mundo,
donde medía el mercado la bondad de las cosas
y el valor de los hombres.

Ahora ardemos de frío
y morimos borrachos de tristeza,
cautivos de los signos y esclavos de las cifras.

El mundo, mientras tanto,
ha teñido sus bucles de amarillo y el fuego
ha incendiado las burlas, destapando
la evidencia del porvenir.

Tarde o temprano -así lo convenimos-,
los augurios acaban por cumplirse.
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Summa
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A veces,
todavía,
quizá nunca.

Así nos deslizamos sobre el hielo,
sin sospechar la causa
ni imaginar
....................el fin.
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Sobre el arte poética
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Escribir un poema
ya no tiene importancia.
Tal vez nunca la tuvo: las palabras
se las lleva, como es sabido, el viento,
y el tiempo, algo más tarde,
por no hacer mudanza en su costumbre,
pone el punto final;
...................................en cualquier caso,
cuando quita la muerte su antifaz de la cara
y muestra de la vida
el rostro verdadero,
adquirimos la incómoda certeza
de haberse todo consumado.
...................................................Entonces
se nos antoja absurdo componer algún gesto
para la galería o los fotógrafos.
Menos aún, articular palabra.
Y, aún menos, escribirla.
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Idilio
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La soledad
....................me ha visitado hoy.
Sentada en el sillón, conversaba en voz baja,
que en la calle hacía frío, que los precios
subían, incesantes, que si has visto
la última película de Alejandro Amenábar,
que cómo sigue Cádiz tras la huelga, esas cosas
con que se mata el tiempo y los fantasmas,
dejando que la niebla del cigarro, larguísimo,
volase por la estancia, como un ave invisible.

Por no perder el tiempo ni acaso la costumbre,
le hice proposiciones deshonestas,
que te acuestes conmigo, que hagamos el amor,
para vencer el ocio y combatir el tedio.

Por el mismo motivo, esbozó una sonrisa,
cogió el bolso y los guantes,
dijo adiós y se fue calle arriba.
Me quedé como estaba, con mi silencio a solas,
recordando la letra de un bolero. A lo lejos,
siempre hay alguien que canta en estos casos.

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