Elogio de las tinieblas
Córdoba, Cajasur, Obra Social y Cultural, 1999
Colección Los Cuadernos de Sandua
46 pp. 15 cm
ISBN: 84-7959-281-8 / 8479592818
(agotado)

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Elegía

..........................................A mis padres.

Noviembre va dejando
una estela de sombra en mi camino,
como si todo el año,
como si todo el tiempo que aún hube vivido
volviérase de noche,
vacías sin remedio las tristes avenidas
en las que ya el invierno
planta sus pabellones.

Quizá que en este instante,
ya madura la historia y sus andenes,
la dimensión exacta del mundo es una lágrima
en la que apenas mi dolor sí cabe.

Queda detrás lo que dejamos siempre,
envuelto en celofanes de aflicción y nostalgia;
no sé, lo irrepetible,
lo irremediable acaso,
tejiendo el manto oscuro de la desolación.

Noviembre, inexpugnable,
va imponiendo su código de bruma,
y el mar me trae jirones de pecios prematuros
y la espuma, esta tarde,
pertinaz, me recuerda mi condición de náufrago.
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El sueño del caballero

Sueñas, joven amigo, con las dádivas
que te ofrece la vida.
Mas la vida
-recuérdalo- es tan sólo
esa fiebre instantánea que señala
tu presencia en el mundo,
la misma irrealidad de tu sueño.
La vida, que no el tiempo,
porque el tiempo sea acaso
todo cuanto posees,
es decir, la ilusión de estar vivo
y disponer de todo.

El ángel, sin embargo,
te señala el camino.
Tú no lo sabes, pero ya estás muerto.




De omnibus martyribus

Con los ojos vaciados, desfilan por la noche.
Son extrañas siluetas que deambulan, sonámbulas,
arrastrando cadenas, en medio del humo.
Puedo verlas, silentes, subir al autobús,
sin que sus blancas túnicas se manchen de polvo
ni los descalzos pies rocen los excrementos.
Extraviadas, las órbitas vagan por el vacío,
como huyendo de sus verdugos
(a veces, un gemido los delata, las llagas
escondidas debajo de la veste purísima).
El mundo ha amanecido lleno de estas criaturas.
Abandonan los grises soportales del alba.
Por la ciudad caminan, buscando a sus sayones,
y una lluvia de sangre empapa las aceras.
Están en todas partes: oficinas, comercios,
sosteniendo la bóveda helada del mundo.
Son materia sufriente, viva vida, conciencia.
Todos han conquistado la gloria. Su infierno.




Edad peligrosa


Cercana está la edad en que la vida,
alfombra de hojarasca, acaso barren
el cierzo o la memoria o la certeza
del inminente fin. Pues se suceden
en el reloj de arena catástrofes e insomnios,
rodando hacia la playa
donde contemplo el mar.

He aquí que de los astros, como de un rostro oscuro,
descienden secas lágrimas sobre esta aurora última
en que elevo mi mano como un roto estandarte
y doy la bienvenida a la tristeza.

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